dimecres, 7 de novembre del 2012

La Celestina

Introducción

Hoy en clase hemos empezado a hablar de la Celestina de Fernando de Rojas.


Fernando de Rojas (1470-1541)

Nació en La Puebla de Montalbán, Toledo el 1470. Descedendiente de judío conversos hasta que uno de ellos -acaso su bisabuelo- se convirtió al cristianismo, por lo que Fernando perteneció a una familia de conversos.
Hacia 1488 se trasladó a Salamanca, donde estudió latín, filosofía y otras materias necesarias para obtener el título de bachiller en leyes,después de habeis años de estudios de Derecho.
Fue conocedor de autores clásicos como Aristóteles, Virgilio, Ovidio, Terencio, Séneca, Petrarca y Boccaccio, y de un amplio grupo de poetas y prosistas de la Edad Media como Juan de Mena, Jorge Manrique,...
En 1507, por un altercado fiscal con un vecino, se trasladó a Talavera de la Reina, donde ejerce de abogado y de alcalde mayor sobre 1538.
Contrajo matrimonio con Leonor Álvarez de Montalbán, hija, igualmente, de conversos. De ella tuvo siete hijos que alcanzaran la madurez, el primogénito de los cuales continuó la carrera de su padre. En 1525 fracasó al intentar representar a su suegro en un proceso inquisitorial, debido a su condición de converso.
Murió en el 1541 poco después del 3 de abril, día en el que escribió su testamento sin hacer la menor alusión a su obra -que pronto se conoció como La Celestina-. Se discute que su situación haya sido la que se suele esperar en un converso, es decir, la de alguien acosado por una sociedad cruel. Su testamento refleja el estado de un hombre respetado y dotado de un considerable patrimonio.

Contexto histórico

En la época que fue escrita la Celestina, los reyes católicos unificaron Aragón, Castilla y Cataluña. Castilla adquirió una gran importancia por su mayor extensión, peso demográfico y económico y por su vinculación directa con el nuevo eje de la política mundial, el Atlántico.
Crecen importantemente las actividades comerciales y artesanales, a la vez que la monarquía se robustece frente a los estamentos laicos y eclesiásticos y al poder omnímodo que había tenido la nobleza.
Intentan expulsar a los judíos y a los árabes.
Hay un conocimiento más profundo de las formas renacentistas, los humanistas que llegan a España dan un impulso al estudio de las lenguas clásicas. (Hasta la reina Isabel aprende latín).
La propagación de la imprenta a finales del siglo XV posibilita la rápida difusión de textos originales y de traducciones.
Las novelas sentimentales tienen un gran éxito, son novelas que aunque no excluyan las armas se fijan como meta en presentar, con las pautas del amor cortés, a personajes que, de forma esquemática y con estilo un tanto artificioso y pesadas digresiones, analizan sus sentimientos y se presentan como modelos de amadores.
Antonio de Nebrija introdujo la ciencia filológica en nuestro país con su Gramática castellana 1492, que pretendió establecer las normas para fijar la estructura del idioma castellano y facilitar el estudio de este a los pueblos que entrasen a formar parte de Castilla esta medida fue decisiva por el ejemplo de Roma. A partir de ahí tuvo que ser aceptado por escritores Catalanes, Valencianos y algunos Portugueses.
La poesía en 1479 había alcanzado una cumbre insuperable, sin embargo se produjo una atracción por la poesía del momento popular que aparece recogida en algunos cancioneros.


La Celestina


La Celestina es una obra de transición, renacentista en tanto presenta la naturaleza humana con su crudeza, medieval por cuanto que el desenlace final abona el determinismo o intervención justiciera de la mano de Dios ante tanta locura. Sin embargo, distingue y separa lo natural de lo sobrenatural, reflejando así la nueva mentalidad que se instalaba en Europa. Pasiones, instinto, vicios, debilidades y fracasos determinan el comportamiento de los personajes, que las circunstancias van complicando a medida que la acción avanza, impelida por el amor y el egoísmo como principios fundamentales.
Ya en aquella época tuvo gran éxito, ya que se reeditó 62 veces durante la vida del autor. Entre la primera edición en 1499 y la segunda (1502) hubo mucha diferencia, ya que se amplió, y Fernando incluyó una carta del autor a su amigo, unos versos, cinco actos más y un prologo al principio con la particularidad que si lees la primera letra de cada estrofa se lee el nombre de Fernando de Rojas.


Bibliografia

Enciclopedia Larousse Ed. Planeta, tomo II, Pág. 851                                                                                          Manual de la Literatura. II Renacimiento. Ed. Cendit, 1980

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